Dándole vuelta al mundo

So long Tailandia, and thanks for all the fish

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“Pii Piii” o Ko Phi Phi Johnny, la gente está muy loca. Phi Phi es un descoque. La noche es un descontrol: música muy fuerte, buckets gratis, borrachos, beer pong, embudos con mangueras, fuego, playa, peleas, tatuajes. Hasta venden el gas de la risa en la playa. La gente se emborracha con esos baldes llenos de cosas que venden en la calle y que a veces regalan en los boliches, muchos se suben al ring a pelear unos rounds de muay thai, otros van solo a mirar y tomar algo, unos cuantos deciden ir a la playa y saltar una soga de fuego o pasar por un aro también prendido, y varios culminan su noche haciéndose un tatuaje con bambú del que muy posiblemente se arrepentirán.

Fiestas felices

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Fiestas felices Claro, terminó la high season y empezó la peak season. Todo ocupado. Lo suponíamos, así que ya habíamos reservado hoteles para las fiestas. Nos olvidamos del transporte. Ya veníamos cansados del tren nocturno de Chiang Mai a Bangkok y de las 12 horas de espera en dicha capital que utilizamos, entre otras cosas, para ir a ver El Hobbit 2 (genial, lluvia de Lucitos). Lamentablemente, solo quedaba seating para el viaje de Bangkok a Krabi.

Aquí (en Chiang Mai) me pongo a cantar...

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Hacia el norte con pasaporte Dado que el transporte a Laos era horroroso y que el tiempo transcurre presuroso, decidimos cambiar de dirección, y a Bangkok nos fuimos en avión. Tras beber unas Chang y comer pad thai, en tren viajamos a Chiang Mai, tierra de bastantes elefantes, lluvias que duran instantes, y trekkings para los viajantes. Se solucionó el tema meteorológico y bicicleteamos hasta el zoológico. Tigres, pajarracos, jirafas, elefantes y leones,

Bangkok entre escorpiones y felinos

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Paramos cerca de Khao San Road, una calle colmada de frenesí las 24 horas y explotada al extremo: llena de tiendas, bares y restaurantes, comida callejera, masajes, tatuajes, agencias de turismo, casas de cambio, hoteles, tuk-tuks, taxis de color rosa fluorescente, noche, joda, y turistas de todo tipo, orientales y occidentales, jóvenes y viejos, mochileros hippies y del tipo musculoso con tatuajes. Nos encontramos nuevamente con Santi y Jor, y visitamos el mercado Chatuchak, que abre solo los fines de semana.