Dándole vuelta al mundo

Parte ll: ¿Ya nos vamos de la India?

India
De Katmandú a Delhi en avión y, de allí, tren a Ajmer y bus a Púshkar. Volvemos a la India, a disfrutar del curry y las especias; a saludar con un Namaste; a beber chai, lassi y unas Kingfisher (bien heladas cuando es posible); a que me ofrezcan tatuajes de henna; a ver mujeres que visten saris y que, cuando están casadas, llevan un bindi (o tercer ojo) en la frente; a hablar con viejos que tienen el cabello de un color anaranjado muy poco natural que roza el fluorescente para taparse las canas; a acostumbrarnos a que los monos conviven con los humanos hasta en las ciudades; a cruzarnos con hombres amigos agarrados de la mano al caminar; a ver sonrisas teñidas de rojo a causa de masticar tanta palma de betel y quién sabe qué más; a escuchar música de Bollywood en casi todos los medios de transporte; a aceptar que las vacas son sagradas y andan sueltas por ahí; y a seguir siendo famosos posando para las fotos cada vez que nos piden una.

Parte I: ¿Ya llegamos a la India?

India
Tras más de ochenta (80) horas de viaje, llegamos a la India. India es emociones fuertes. Todo es intenso. Nuestro primer contacto real fue el trayecto del aeropuerto de Varanasi a la ciudad. El tránsito es suicida. Mientras el conductor maniobraba como loco esquivando tanto animales como a otros conductores y vehículos de todo tipo que venían de frente directamente hacia nosotros al son de los constantes bocinazos, nosotros nos distraíamos del peligro agarrándonos de donde podíamos para controlar los saltos que dábamos.