“Pii Piii” o Ko Phi Phi
Johnny, la gente está muy loca. Phi Phi es un descoque. La noche es un descontrol: música muy fuerte, buckets gratis, borrachos, beer pong, embudos con mangueras, fuego, playa, peleas, tatuajes. Hasta venden el gas de la risa en la playa. La gente se emborracha con esos baldes llenos de cosas que venden en la calle y que a veces regalan en los boliches, muchos se suben al ring a pelear unos rounds de muay thai, otros van solo a mirar y tomar algo, unos cuantos deciden ir a la playa y saltar una soga de fuego o pasar por un aro también prendido, y varios culminan su noche haciéndose un tatuaje con bambú del que muy posiblemente se arrepentirán. Y festejamos los 34 así, a puro bucket, viendo boxeo, yendo a la playa y escuchando música fuerte, pero sin lo del fuego ni los tatuajes. Aún conservamos algo de sentido común.
El día es distinto. La playa se colma de gente, y el pueblo nunca deja de vivir. Callejuelas angostas llenas de bares, restaurantes, minimarts, puestitos que venden pizza, jugos y demás, y gente, mucha gente. No hay motos ni autos, solo algunas bicis y carretillas que se han acostumbrado a andar por las calles al grito de “piii, piiiii”, no sé si para imitar la bocina, para recordarles a los beodos en qué isla se encuentran o porque se están meando, pero posiblemente la primera.
La playa del centro no es de las mejorcitas. Sí, el agua es transparente, la arena es blanca y la vista es increíble, pero a su vez es testigo de la joda de la noche anterior, y las mareas no ayudan a disimular la cantidad de basura que hay en ese mar. La alternativa es ir a la playa que queda al lado del muelle o emprender una caminata de media hora con lindo paisaje y hacer campamento en alguna de las varias playas pequeñas que se van atravesando, o seguir caminando hasta llegar a Long Beach, a la que también se puede llegar en lancha taxi por 100 bahts. No sé si le eligieron el mejor nombre dado que de largo no tiene tanto (más que nada si la comparamos con la Long Beach de Lanta) y una mitad de mar está ocupada por barcos, pero sí es bastante larga en comparación con el resto de las playas de piii piiii.
El exceso de vida submarina a tan solo algunos centímetros de distancia mientras hacíamos snorkel, el agua viva colosal que vi desde el barco (ya van dos en tan solo dos semanas, mal promedio) y los tiburones que vio Luciano allá abajo me convencieron: jamás voy a hacer scuba. Luciano siguió agregando inmersiones a su log book, y yo solo lo acompañé. Nos bronceamos en Maya Bay, la playa de La Playa, aunque en la película la muestran como una laguna cerrada con una gran piedra imaginaria que no existe, y visitamos a los simios de Monkey Beach.
Phuket
Dos noches en Phuket, recorrido en moto incluido, mucha eslipeta a la vista y gran cantidad de rusos. Luego partimos hacia Hat Yai, con el fin de cruzar la frontera y llegar a Malasia. En Tailandia, las probabilidades de terminar un viaje en el mismo transporte en el que lo comenzaste son muy escasas. Y así pasamos más de un mes de van en van y de bus a ferry recorriendo este país que en algún momento se llamó Siam.
Próximo destino: Kuala Lumpur, Malasia.