Ya estamos todos. Nos encontramos en el aeropuerto de Atenas y comenzó el viaje.

Crucero

Cinco días. Seis personas. Un barco. Seis paradas. Zarpamos del puerto de Pireo en Atenas y, durante el crucero, tomamos una cerveza en Mykonos, fuimos a la playa en Kusadasi (Turquía), visitamos la cueva del apocalispis en Patmos, alquilamos un auto en Rodas, caminamos por Heraclión (Creta) y subimos 588 escalones en Santorini, entre otras cosas.

Comimos en exceso, nos bronceamos, madrugamos mucho, vimos demasiado patrimonio de la humanidad (la Unesco está descontrolada) y bebimos poco. Para conseguir gratis uno de los pocos tragos que tomamos, con Flor hermana decidimos asistir al cocktail del capitán, que venía con foto obligada para poder entrar…

Atenas

Fueron cinco días de lujo en el Hilton, con pileta, desayuno, toallas (jabón, shampoo, crema de enjuague y costurero!), minibar, armario, bañadera, ducha y agua caliente.

Lo más impactante de Grecia (además de la Acrópolis) es ver cómo los monumentos conviven con la vida cotidiana de la ciudad. Están ahí, en el medio de todo, en las calles, en los parques, en el subte. Esta gente excava y encuentra… Tienen mucha historia, muchas guerras, invasiones y mitología, así que la línea entre realidad y ficción (con Zeus, Atenea y Poseidón como protagonistas) es muy fina. Fuimos a la Acrópolis y nos sacamos fotitos con el Propileos, el Partenón, el templo de Atenea Niké, el Erecteión y el Teatro de Dionisio. Parece que hay pica con los ingleses, con un tal Elgin que se afanó todo, especialmente una de las cariátides, que ahora está en el Museo Británico (pero fueron tan buenos que dejaron hacer réplicas de varias cosas). También caminamos por Plaka, fuimos a un festival de jazz, me hice fan del souvlaki de pollo con tzatziki en pan pita y fuimos a pasar el día a una isla (Aegina), donde nos motorizamos y alquilamos unas motitos y cuatriciclo, y nadie se cayó.

¡Hasta pronto, familia!

Próximo destino: Turquía, vía Chios en ferry.