Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que en gran parte de Alemania pocos alemanes hablan (o se animan a hablar) en inglés, y la única palabra que sabía en alemán es auf wiedersehen, gracias a Heidi Klum y varias temporadas de Project Runway. Por medio de señas y lenguaje primitivo, viajamos en tren hasta llegar a Braunschweig, a visitar a mi primo (Gastón), quien nos enseñó danke, allo y ente (pato), entre otras cosas. Supongo que hay muchos patos, y los restaurantes asiáticos lo hacen chop suey.
El tema de la cena es confuso en Alemania. En esta época oscurece a las 10 de la noche, y la gente local cena a las 6 de la tarde. Entonces, ¿cenamos de día como los locales y volvemos a tener hambre a las 4 horas? ¿Esperamos a que sea de noche y cenamos a las 11 p. m., cuando ya está casi todo cerrado? ¿Qué ha hecho esta gente con la merienda?
En un bus con Internet, baño y cerveza, nos movimos por casi toda Alemania. Nos fuimos a pasar un día a Hamburgo y comimos pizza; lo de la hamburguesa es un mito. Pasamos por Núremberg, la ciudad de los famosos juicios, y luego nos fuimos a visitar biergartens en Múnich.
Como Praga quedaba de camino a Berlín, nos quedamos unas noches ahí. Tuvimos varios problemas de comunicación. En principio, debería decirse “me estás hablando en checo” (y no en chino). Nos resultó muy difícil transmitir nuestras decisiones, ya que sí se dice no en checo, y no se dice ne. Este video contribuye a resolver el problema, muestra cómo sobrevivir en Praga, y de fondo tiene lugares clave que hemos visitado. Tampoco pudimos tomar una sola cerveza. Cuando te estás terminando el vaso, el mozo sin preguntarte deja otro. Los mozos caminan por el bar con bandejas llenas de vasos de medio litro y, en cuanto ven que te quedan unos pocos tragos, te dejan el siguiente y siguen de largo sin siquiera mirarte. Ahí aprendimos que para decir basta, era necesario poner un posavasos encima del vaso cuando ya está quedando poquito.
Pasamos por Dresden, casi enteramente reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial, y volvimos a Berlín. Caminamos mucho, pedaleamos bastante, usamos mucho tranvía y reforzamos conocimientos de Historia.
Fuimos a ver lo que en su momento se utilizó como campo de concentración (bastante impresionante), abusamos de los free walking tours y nos llenamos de información, de rumores y teorías conspirativas que nos dejaron con ganas de ver algunos documentales y leer libros que nos recomendaron. Hablando de libros, aprovechamos y nos compramos un Kindle cada uno, sí, dos, yo no pensaba compartir el mío, es mi nuevo mejor amigo. Basta de cargar libros de casi un kilo y dimensiones mayores a las del promedio, como Shantaram, que nos acompañó hasta hace unos días.
Alemania nos agotó, pero me quedaría a vivir ahí.
¡Gracias, primo, por hospedarnos y sacarnos a pasear!
Próximo destino: Rusia, cambiamos la cerveza por el vodka, previa escala en Riga, Letonia (también tuvimos que googlear dónde quedaba).
Debo las fotos, quedan para la próxima vez que tengamos una conexión decente. Hay algunas en la nueva sección de comidas.