Viajamos de Marrakesh a Madrid, donde nos esperaba una escala de cinco horas antes de partir para Lanzarote. Durante esas horas, nos fuimos a un shopping cerca del aeropuerto y, luego de comprarme un buzo, encontré a Luciano así, saciando su abstinencia de nueve días a lo grande:
Lanzarote es una de las Islas Canarias, está en el Atlántico y pertenece a España a pesar de estar más cerca de Marruecos. Está llena, llena de volcanes, ya sin actividad hace tiempo. Nos pusimos las pilas y hasta escalamos uno.
Llegamos justo para el Ironman y, para compensar tanta vida sana en la isla, el primer día fue maratónico. Empezamos al mediodía con un asado y seguimos de juerga hasta bien entrada la madrugada, algunos incluso hasta que se hizo de día. Salimos de tapas y una osada veterana prácticamente acosó a Luciano.
También recorrimos la isla: piedra volcánica y lava solidificada por todos lados, poco verde y arena, por lo general, negra. Conocimos varias playas (mi color de piel dejó de ser el verde) y disfruté de unos relajantes masajes en los pies.
Fuimos a un tenedor libre oriental y comimos hasta reventar. A pesar de nuestras intenciones de vencer al sistema con nuestras estrategias: beber algo sin gas, comer despacio, no ingerir pan y no caer ante la empanadita de la entrada, el único que lo logró fue Pato, que se levantaba de la mesa aún masticando en busca del siguiente plato, y otro y otro y otro… Indiscutible ganador que le dio batalla hasta terminar el postre, solo porque no había café.
También comimos lapas (la laaapa, la laapa) y visitamos la cueva de los verdes, un tubo volcánico formado por lava solidificada que recorre 7 km desde el volcán hasta el mar. El tubo se formó con la erupción de un volcán; la lava de las paredes y el techo se fue solidificando al entrar en contacto con el aire, y la lava del centro siguió fluyendo y formó la cueva.
Beso grande para Pato y Nati por todo y por tomarse vacaciones solo porque llegamos nosotros!
Próximo destino: Madrid, a parar en lo de Agus y Flor.